D. Carlos Moreno, con la camiseta de la JMJ en Jaén, junto a un grupo de jóvenes de Ecuador |
Coincidiendo con la jornada de oración por las vocaciones, en este mes de mayo, os presentamos a D. Carlos Moreno Galiano, un joven sacerdote diocesano de 31 años y natural de La Iruela. Fue ordenado por nuestro obispo Don Ramón del Hoyo en la S.I Catedral de Jaén, el 29 de octubre de 2005 y durante casi 5 años ha sido párroco de San Juan Bautista de Los Villares, Viceconsiliario del Movimiento de Scouts Católicos en la diócesis y Capellán en el Hospital “Doctor Sagaz” de Jaén. Desde octubre de 2010, está en Ecuador, en el Vicariato Apostólico de Esmeraldas, trabajando en la parroquia María Madre de Gracia de Rocafuerte, junto a otros dos sacerdotes: Luís Fernando Criado Reca, diocesano de Jaén y Amando López Moyano, diocesano de Albacete.
¿Cómo está siendo su experiencia de sacerdote misionero durante estos meses que lleva en Ecuador? Hace apenas unos meses (el pasado mes de octubre) que llegué a estas tierras de la costa norte ecuatoriana y es poco tiempo para hacer un balance preciso sobre la experiencia por estos lugares.
¿Cómo está siendo su experiencia de sacerdote misionero durante estos meses que lleva en Ecuador? Hace apenas unos meses (el pasado mes de octubre) que llegué a estas tierras de la costa norte ecuatoriana y es poco tiempo para hacer un balance preciso sobre la experiencia por estos lugares.
Aunque sí es verdad que el tiempo, aunque sea breve, se vive de una manera muy intensa aquí. Son muchas y muy diversas las experiencias, las personas con las que nos encontramos, muchas las comunidades con realidades diferentes y complejas, pero que tienen un mismo denominador común: la situación de pobreza en la que viven (con las consecuencias varias que ello conlleva) y al mismo tiempo una visión alegre, amable y valiente de la vida.
Aquí, creo, que se aprende desde el primer día que las cosas no siempre son como pensamos, que hay muchas situaciones que antes no imaginábamos, pero que se dan a diario en muchos lugares, que las cosas no tienen por qué ser ni tan fáciles ni tan difíciles, que se puede luchar en la vida con alegría, a pesar de los problemas, que la fe es la fuente de la vida, el apoyo en la dureza del camino y la sonrisa de tantas personas que no tienen muchos motivos para ella, pero que saben ver el lado bueno de cada cosa, luchando valientemente por salir adelante cada día. Esta experiencia en Ecuador tiene muchos matices: desde el trabajo en tantas comunidades (más de 100, repartidas por un terreno muy extenso, unos 1500 Km cuadrados, de costa y selva), a través de los medios de comunicación con los que podemos contar (coche, canoa, caballo o caminando durante horas) para visitar las comunidades, celebrar los sacramentos y acercarnos a la realidad de cada una de ellas; hasta la enriquecedora experiencia de la vida en comunidad y el trabajo en equipo con los otros dos compañeros sacerdotes que trabajan también aquí y con los que formamos un grupo misionero en esta amplísima parroquia dentro del Vicariato Apostólico de Esmeraldas, siguiendo el Plan de pastoral propio de esta tierra, unidos a la Iglesia universal.
Es importante señalar que a pesar de la gran población que vive en la demarcación de la parroquia (unos 30000 habitantes), se procura tener un contacto y seguimiento personal con mayores, jóvenes y niños, lo que requiere de mucha constancia, dedicación y paciencia, pero que es una tarea llena de gozo.
Se trata de comunidades muy jóvenes y vivas, con una fe honda y un marcado sentido de fiesta, desde el respeto por lo religioso y una gran devoción a la Virgen María, siendo personas bastante comprometidas y responsables, entendiendo que la participación de los laicos es crucial en la vida de la Iglesia, desde los guías y catequistas, hasta todos y cada uno de los que se implican de una u otra manera en la evangelización.
Es la experiencia de ser Iglesia: en Jaén, en Esmeraldas… En cualquier lugar donde uno se encuentre, allí se hace presente el Dios vivo y verdadero en Jesucristo por el Espíritu. Es el saber que formamos parte de una gran familia, de una gran comunidad de hermanos, es el participar de la catolicidad de la Iglesia. Un misterio de amor que es para todos y que es verdad.
¿Cómo está viviendo las JMJ Madrid 2011 desde Ecuador? Me interesa todo lo que tiene que ver con la pastoral juvenil y con aquello que pueda ayudar a que los jóvenes se encuentren con Cristo.
Por eso, creo que las JMJ son una buena oportunidad para propiciar ese fortalecimiento de la fe y dar un impulso a la vivencia cristiana de la juventud y desde la Delegación Diocesana de Pastoral Juvenil, con todo el equipo que la forma, se está trabajando mucho y bien para conseguir este propósito.
También aquí se está organizando la participación en las jornadas con jóvenes de todo el país, aunque debido a la gran distancia y a los escasos recursos económicos, no podrán participar todos los que quisieran.
Por esta razón, serán numerosos los actos que se preparen de una forma paralela a los de Madrid. Por ejemplo, hay un encuentro a nivel nacional con motivo de las JMJ en la ciudad de Cuenca, al sur del país y otros encuentros ya por zonas o diócesis.
Procuro estar al día de cómo van los preparativos para este gran acontecimiento, siguiéndolo desde aquí con mucha ilusión y animando a todos a que participen.
¿Ha participado en alguna JMJ anterior o acontecimiento similar? Tuve la suerte de formar parte del numerosísimo grupo que participó en el Encuentro Mundial de la Juventud de Roma, que tuvo lugar con ocasión del Jubileo del Año 2000, en el que más de dos millones de jóvenes del mundo entero nos reunimos en la ciudad eterna junto al querido y añorado papa, el ya próximo Beato Juan Pablo II. Fue una experiencia increíble.
También pude asistir al Encuentro Europeo de Jóvenes de Santiago de Compostela del año 1999; al Encuentro de Jóvenes de Madrid, con motivo de la visita de Juan Pablo II en 2003; y este verano pasado 2010 en el Encuentro de Jóvenes de Santiago de Compostela, con motivo del Año Santo Compostelano, al que muchos jóvenes de nuestra diócesis asistieron también. Son experiencias inolvidables.
¿Qué significa para usted que muchos jóvenes de Los Villares, antiguos feligreses suyos, vayan a participar en las Jornadas? Para mí es un motivo de gran alegría, ya que estoy convencido de que es algo bueno para ellos. Conozco personalmente a esos jóvenes y creo que sabrán aprovechar muy bien la oportunidad que se les brinda de vivir algo único y que aportarán muchas cosas buenas también a todos aquéllos con los que se encuentren. Doy gracias a Dios por eso.
¿Qué espera de la próxima Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011? Creo que es un buen momento éste en el que nos encontramos para revitalizar la pastoral juvenil en toda España y, cómo no, en nuestra diócesis de Jaén. Por ese motivo, siento que no podemos, ni debemos, perder ninguna oportunidad que se nos pueda brindar para trabajar con fuerza e ilusión con nuestros jóvenes.
La ocasión puede ser muy bien este encuentro mundial, en el que se conocerán jóvenes de distintos lugares del mundo, de distintas culturas, lenguas y maneras de pensar, pero con algo importante en común: el deseo de vivir al estilo de Cristo allí donde cada uno se encuentre.
Espero que no se quede en un acontecimiento aislado, sino que sirva de estímulo para un trabajo posterior motivado por el gran impacto de las jornadas.
¿Un mensaje para los jóvenes cristianos de nuestra diócesis? En el encuentro con el papa Juan Pablo II en Madrid en 2003, el Santo Padre nos transmitía un mensaje alto y claro, a pesar de su avanzada edad y su delicado estado de salud, pero con la fuerza de quien era un verdadero testigo de Jesucristo: “No se contraponen el ser joven y el ser cristiano”.
No sé por qué muchos jóvenes entienden que para ser joven, para ser un chico o chica de hoy, para estar al día, para ser moderno, hay que apartar a Dios y a la Iglesia de su vida. Es ésa una gran equivocación.
No entenderemos la verdad de nosotros mismos ni del mundo que nos rodea, ni sabremos hacia dónde nos debemos dirigir por los senderos de la vida, si no lo hacemos desde Cristo en el seno de la Iglesia.
Por lo tanto, cada día estoy más convencido de que lo que decía el papa es una gran verdad y que esa verdad no pasa nunca.
Aprovechemos la gran ocasión de las JMJ, cada uno desde donde nos encontremos. Seguro que no nos vamos a arrepentir.